2.19.2010

No escupas para arriba, aunque te topes con el apellido más común de la guía telefónica

Hace años, cuando los programas políticos se reacomodaban al efímero clamor popular del "que se vayan todos", un chico muy amable que se dedicaba a hacer prensa, llamaba a los programas ofreciendo como entrevistado a un señor que venía de dar varias vueltas en distintos armados políticos. Por entonces, este hombre se dedicaba a conseguir apoyo y adhesiones para la campaña de un gobernador con aspiraciones a la presidencia, por el que nadie daba medio centavo.
Después de mucho insistir con los conductores de uno de los programas que producía yo por entonces, logré que me dieran el visto bueno para invitar a este señor. Mi intención era tener una cortesía con su prensero y abrir un poco el abanico de opciones para aquellos que tienen poco espacio en los medios. 
El señor vino, se sentó, habló un rato relativamente corto, terminó su entrevista y los conductores, con una dosis de soberbia que uno nunca termina de comprender de dónde les brota, lo criticaron al aire, inmediatamente después de terminada la nota. Lo acusaron -sin mucho estilo- de ser un desubicado con aspiraciones de un poder al que jamás accedería. El entrevistado escuchó las conclusiones y se fue del estudio incómodo y molesto.
Pasó el tiempo. El gobernador lanzó su candidatura, obtuvo muy poco porcentaje de votos, apenas un 22; pero por esas vueltas que tiene la política, su principal adversario se bajó para la segunda vuelta.  El gobernador fue presidente y nuestro hombre su mano derecha; y se dedicó durante años a coordinar el trabajo de todos los ministros. Demás está decir que nunca logramos que regrese al programa, ni él ni ninguno de los hombres que estaban bajo su influencia, que durante largo tiempo fue casi absoluta.

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